28.1.10

Los disturbios comenzaron después del entierro de Yorsinio Carrillo

Edgar López
Leonardo León / Mérida
Fuente: www.el-nacional.com
Fecha: 28/01/2010



Durante el tercer día consecutivo de disturbios en Mérida, la Guardia Nacional llevó la peor parte. Dos sargentos fueron abaleados cuando intentaban poner orden en las residencias universitarias Domingo Salazar, en el sector Santa Ana, al norte de la ciudad, zona convertida en un impenetrable enclave del chavismo radical.

Apenas cinco minutos después de que concluyó el sepelio de Yorsinio José Carrillo Torres, el joven de 16 años de edad asesinado durante una confusa refriega el pasado lunes, un grupo de encapuchados armados, presuntamente del oficialismo, tomaron por la fuerza un camión de la empresa Mérida Gas cargado de bombonas.

Pelotones de la GN y de la policía estadal no pudieron impedir que el vehículo fuese incendiado, pero acordonaron la zona. Con el paso de las horas aumentaba el número de encapuchados armados dispuestos a manifestar su ira por la muerte del liceísta.

A las 7:15 pm se registró un tiroteo. El primer herido fue el guardia Osmel Armando Domínguez Herrera, de 22 años de edad. En la entrada de la clínica Albarregas se oían sus gritos por el impacto de dos balas en el tórax y otra en el muslo derecho. Tuvo afecciones en un pulmón que requirieron intervención quirúrgica y posterior reclusión en la unidad de cuidados intensivos. El oficial que acompañaba a Domínguez cuando cayó herido aseguró que fueron víctimas de un ataque injustificado: "No estábamos disparando, ni siquiera los perdigones de plástico que cargábamos".

Pocos minutos después, a la misma clínica ingresó el uniformado Pascual Avendaño, quien recibió un balazo en el muslo derecho.

De las residencias Domingo Salazar salió un tercer lesionado. El estudiante de arquitectura Wilmer González, de 23 años de edad, sufrió quemaduras de segundo grado en el torso, brazos y cuello, cuando fabricaba una bomba molotov, informaron funcionarios de la Policía de Mérida que lo trasladaron al hospital de la Universidad de Los Andes.

El teniente coronel de la GN César Gómez, quien se encargó de la asistencia médica de los dos sargentos, no confirmó rumores sobre un inminente allanamiento a las residencias Domingo Salazar. Al principio fue cordial, pero al final arremetió contra los reporteros y le arrebató la cámara fotográfica al periodista de El Nacional Leonardo León.

Venganza cantada.

"¡Yorsinio, camarada, tu muerte será vengada!" fue la consigna que gritaron incansablemente durante todo el recorrido del cortejo fúnebre que bordeó la ciudad por la avenida Los Próceres. En el sector Santo Niño, decidieron llevar el féretro en hombros. Entre los cargadores se veían jóvenes de rostros cubiertos con pasamontañas y pañuelos con los símbolos del Movimiento Tupamaro y del PSUV. Decenas de estudiantes del liceo Alberto Carnevalli, adonde asistía el fallecido, hacían graves imputaciones al alcalde del municipio Libertador: "¡Lester, asesino, nos mataste a un niño!".

Desde temprano se temía que al terminar el entierro del liceísta las calles de Mérida volvieran a arder. El sacerdote que ofició la misa en el cementerio La Inmaculada trataba de persuadir a los presentes de la inutilidad de la violencia. Pero como respuesta se oyeron más gritos de guerra: "¡Yorsinio vive, la lucha sigue!".

Sentada en un banco de la iglesia, su maestra Ana Labarca lo lloraba: "Yo le di clases en la escuela Eleazar López Contreras. Lo vi crecer. Era un muchacho especialmente inteligente y alegre. Era muy, pero muy flaquito. Le decían Calcibón. Todos lo recordaremos por su disposición a luchar por los más necesitados. Él fue a hablar con el gobernador para que instalaran un comedor en su liceo. Le pidieron un proyecto que hizo y presentó rápidamente. Supe que hace poco la gobernación aprobó los recursos. Ayer, la junta de padres y representantes decidió que el comedor llevara su nombre. Anoche, en el velorio, yo le pedí al ministro Tareck el Aisami que no dejara este crimen impune".


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